martes, 28 de agosto de 2007

Desconstruccion Cultural- Degradacion en la TV Modelos de Exportacion

DECONSTRUCCIÓN CULTURAL

Por el Dr. Alberto Scavarelli (*)



No es siquiera proponible decirle a la gente adulta lo que puede o no ver en los medios. Cada cual usa su tiempo y encara su entretenimiento con licitud como mejor le place. Cualquier censura en este aspecto, sea directa o indirecta es absolutamente inadmisible.

Dicho esto, no quiere decir que algunos hechos por su persistente magnitud no generen preocupación. El número de horas dedicadas diariamente en Uruguay a seguir los programas argentinos de TV, con temáticas absolutamente increíbles, donde el único objetivo es cumplir como sea con las tiranías de los ratings o con las exigencias del financiamiento publicitario, no es un tema culturamente menor, entendiendo la expresión cultura en el sentido mas amplio.

La tarea debe ser construir los caminos que permitan revertir esta grave situación cultural. Estamos planteando – gerundio típicamente uruguayo - por estas horas al Ministro de Educación Cultura y al Presidente del CODICEN, desarrollar un programa nacional de extensión educativa que incluido en la currícula formal, lleve a nuestros muchachos a asistir con regularidad al teatro y al cine, como forma de incorporarles en su formación el circuito cultural que desarrolla desde siempre lo mejor de nuestra cultura. Es más, tenemos la absoluta convicción que una hora de espectáculo de elaborados conjuntos de carnaval, premiados en nuestro Teatro de Verano, es culturalmente hablando infinitamente superior a decenas de horas de un "gran hermano".

Creemos necesario encontrar los modos de salir del monopolio de este modelo de comunicación, que emplea siempre el mismo lenguaje hablado y visual, el mismo perfil de protagonistas con un estilo basado en la palabra grosera, el escándalo promovido y el exhibicionismo procaz como único recurso.
La grosería verbal y gratuita es la forma mas frecuente de expresión; seguramente hay quienes creen que una idea solo así podrá ser entendida.


Corresponde preguntarse que enseñanza estará dejando como impronta en los más chicos, este permanente estar sometidos hora tras hora y día tras día, a este bombardeo del vale todo, que en muchos casos sirve de excusa grotesca para no respetar nada ni a nadie.

El modelo de relación humana y de educación para la vida hoy trasmitido, ya no solo no es nuestro en su origen, sino que tiene muy pocos principios constructivos. No es un tema de falsa pacatería que no padecemos, pero nos alarma que estos estilos se tornen casi monopólicas formas de expresión y sean exhibidos como modelos.

Se esta degradando la cultura media argentina y de rebote la uruguaya que la sigue alegre y diariamente por TV. Una nueva aftosa transfronteriza, que esta vez nos contagia el alma cultural de la nación, pagando arriba. Una nueva corrida para vaciar el cofre de nuestros valores culturales, esos que nos identificaron desde siempre como pueblos de una rica cultura incluso popular. Baste con tener presente la riqueza especialísima del lunfardo rioplatense, incomparablemente superior a este modelo

Después en ambas márgenes de esta cultura con tantas particularidades pero también con tantas cosas en común, separada apenas por dos ríos y una planta de pasta de celulosa, nos sorprende la violencia social y la falta de respeto por el otro en la vida cotidiana, la grosería en las aulas y en el destrato dentro de las familias. No vamos a incurrir en el exceso de atribuir estas patologías de la normalidad - para citar a From- a esta única o principal causa, pero no es difícil concluir que estos modelos promovidos desde esta cultura de reality show algo tengan que ver.

Una carrera que cada día agrega algo más para superar el efecto acostumbramiento, que como en el caso de las drogas lleva al adicto a consumir más cantidad para obtener el mismo efecto narcotizante que en materia cultural es más degradación y agravio para obtener el mismo índice de audiencia.

Los uruguayos nos caracterizamos siempre por un humor fino e irónico, que hasta llegamos a exportar. Basta con recordar programas y humoristas que hicieron escuela en el Río de la Plata. Aun quienes tenían un estilo de subido tono, jamás abusaron de la gente ni la sometieron públicamente al bochorno del ridículo. Basaron su talento en todo caso riéndose de sus propios personajes, un modo superior de humor que no requiere de la degradación del otro.

Preocupa la falta de respeto, la promoción permanente de un modo de relación interpersonal basado en la manipulación., El consumismo de lo grosero como instrumento de comunicación que requiere por ejemplo de un grupo de personas voluntariamente encerradas por semanas, sometidas a un escarnio publico que marcará sus vidas, filmadas día y noche con cámaras en directo, instaladas en sus camas y en sus baños, todo por un precio que por alto que fuere, siempre a la larga para muchos será vil.

No se trata de censurar ni de prohibir, porque dicho está que cada adulto tiene el derecho de ver lo que le plazca, pero también parece necesario proteger mejor a quienes aun no lo son y están en plena proceso de formación de su personalidad, más allá del esfuerzo de sus mayores y de esos docentes que por suerte aun tenemos por estas tierras, llenos de vocación y de nivel.

Parece necesario que como sociedad asumamos también el compromiso de construir y promocionar otros modelos culturales propios, que contrapesen en libertad y con responsabilidad este deshacer cultural y sus efectos, antes de que un día finalmente nos cueste reconocernos en nuestra propia identidad como nación.

(*) Representante Nacional – Partido colorado – Uruguay

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